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El martes, los talibanes recurrieron a sus altas esferas para ocupar los puestos más importantes del nuevo gobierno de Afganistán, incluyendo a un socio del fundador del grupo militante islamista como primer ministro y a un hombre buscado en la lista de terroristas de Estados Unidos como ministro del Interior.

Las potencias mundiales han dicho a los talibanes que la clave para la paz y el desarrollo es un gobierno inclusivo que respalde sus promesas de un enfoque más conciliador, que defienda los derechos humanos, tras un período anterior de 1996 a 2001 en el poder marcado por las venganzas sangrientas y la opresión de las mujeres.

El líder supremo de los talibanes, Haibatullah Akhundzada, en su primera declaración pública desde la toma de la capital, Kabul, por parte de los insurgentes, el 15 de agosto, dijo que los talibanes estaban comprometidos con todas las leyes, tratados y compromisos internacionales que no entraran en conflicto con la ley islámica.

“En el futuro, todos los asuntos de gobierno y vida en Afganistán estarán regulados por las leyes de la Sagrada Sharia”, dijo en un comunicado, en el que también felicitó a los afganos por lo que llamó la liberación del país del dominio extranjero.

Los nombres anunciados para el nuevo gobierno, tres semanas después de la victoria militar de los talibanes tras la retirada de las fuerzas extranjeras lideradas por Estados Unidos y el colapso del débil gobierno respaldado por Occidente, no dieron ninguna señal de rama de olivo a sus oponentes.

Estados Unidos dijo estar preocupado por el historial de algunos de los miembros del Gabinete y señaló que no se había incluido a ninguna mujer. “El mundo está observando de cerca”, dijo un portavoz del Departamento de Estado estadounidense.

Los afganos, que han disfrutado de importantes avances en educación y libertades civiles durante los 20 años de gobierno respaldado por Estados Unidos, siguen temiendo las intenciones de los talibanes y las protestas diarias han continuado desde la toma de posesión de los talibanes, desafiando a los nuevos gobernantes.

El martes, mientras se anunciaba el nuevo gobierno, un grupo de mujeres afganas en una calle de Kabul se puso a cubierto después de que hombres armados talibanes dispararan al aire para dispersar a cientos de manifestantes.

La última vez que los talibanes gobernaron Afganistán, las niñas no podían ir a la escuela y las mujeres tenían prohibido trabajar y estudiar. La policía religiosa azotaba a quienes infringían las normas y se llevaban a cabo ejecuciones públicas.

Los talibanes han instado a los afganos a ser pacientes y han prometido ser más tolerantes esta vez, un compromiso que muchos afganos y potencias extranjeras examinarán como condición para la ayuda y la inversión que tanto necesita Afganistán.

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