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La posibilidad de compartir audios, fotografías o vídeos desde nuestro teléfono móvil con un solo clic puede poner en riesgo nuestra privacidad y la de otras personas, por lo que debemos ser especialmente cuidadosos y usar la aplicación de manera responsable.

Falsa sensación de privacidad

El hecho de compartir estos contenidos a través de una aplicación de mensajería y no a través de una red social puede generarnos una falsa sensación de privacidad y de que mantenemos el control sobre la difusión de los mismos.

No obstante, una vez enviado cualquier contenido a través de WhatsApp u otras aplicaciones de mensajería, perdemos el control sobre el mismo. Igualmente ocurre si lo hacemos en un chat privado con otro usuario, ya que dependemos de la buena voluntad de esa persona para que la foto o vídeo no acabe reenviado en otros chats o grupos multitudinarios.

Puede suceder que un amigo o pareja que hoy consideramos de total confianza actúe de manera irresponsable o irreflexiva, o que, en el futuro, cambie su condición y utilice ese contenido para hacernos daño, como sucede en los casos de la llamada pornovenganza.

También debemos recordar que una imagen que consideramos inocente, divertida o sin importancia en un determinado momento de nuestra vida pueda llegar a avergonzarnos en un futuro o nos genere problemas en nuestro entorno social, familiar, afectivo o profesional.

Esta pérdida de control también afecta a los materiales audiovisuales que enviemos a través de la función de visualización única de WhatsApp, que elimina el contenido una vez visto. Recuerda que el destinatario puede guardar una copia para siempre haciendo una captura de pantalla o, por ejemplo, grabándola con otro móvil mientras el contenido se reproduce.

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