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Si la voluntad de hacer lo correcto fuera el combustible que impulsara el ataque a los blanqueadores de dinero, esa iniciativa sería un éxito total. Los profesionales del cumplimiento, los reguladores y los agentes de la ley están motivados, pero nos cuesta pensar de forma diferente y cambiar nuestro método de actuación. Es hora de que trabajemos juntos y recalibremos.

Tenemos una idea bastante clara de la cantidad de fondos ilícitos que se escapan de los esfuerzos de las fuerzas del orden, los reguladores y el sector privado. Basta con evaluar las conclusiones de la ONUDD sobre sus estimaciones de fondos ilícitos que buscan servicios de blanqueo de dinero cada año. Su estimación aproximada es de 2 billones de dólares anuales procedentes de todos los ámbitos de la delincuencia (evasión de impuestos, incumplimiento de sanciones, tráfico de drogas, delitos de cuello blanco, etc.) Sólo en lo que respecta al tráfico de drogas, las estimaciones varían, pero se sitúan en torno a los 400.000 millones de dólares anuales. Si se evalúan las incautaciones reales de activos de los narcotraficantes al año, y no las multas impuestas a los bancos y sus accionistas, se descubrirá que es imposible que las fuerzas del orden incauten más de 4.000 millones de dólares al año en activos reales de los narcotraficantes. Incluso si lograran eso, se traduciría en un 1% de los ingresos anuales estimados del narcotráfico. Comparto la opinión del antiguo Secretario Ejecutivo del GAFI, David Lewis, que dijo: “Todo el mundo lo hace mal, pero algunos lo hacen peor que otros”.

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