Esta noticia fue publicada previamente por el OCCRP.

Una nueva investigación mundial encabezada por el periódico alemán Süddeutsche Zeitung y el OCCRP, revela como la banca suiza sigue albergando cuentas bancarias que ni siquiera deberían haber pasados los filtros de diligencia debida.

Los periodistas han obtenido registros filtrados que identifican más de 18.000 cuentas pertenecientes a clientes extranjeros que escondieron su dinero en Credit Suisse. Los registros no son, ni mucho menos, una lista completa de los clientes del banco, pero proporcionan una mirada reveladora detrás de la cortina del secreto bancario suizo.

Más de 160 reporteros de 48 medios de comunicación pasaron meses analizando los datos y descubrieron que decenas de cuentas pertenecían a políticos corruptos, criminales, espías, dictadores y otros personajes dudosos. No se trata de nombres oscuros, sus fechorías suelen ser identificables con una simple búsqueda en Google. Y, sin embargo, sus cuentas -que contenían más de 8.000 millones de dólares- permanecieron abiertas durante años.

Los expertos en cumplimiento que revisaron los hallazgos del OCCRP dijeron que a muchas de estas personas no se les debería haber permitido realizar operaciones bancarias en Credit Suisse. Aunque algunos afirmaron que el cumplimiento era diligente y había mejorado considerablemente en los últimos años, la mayoría habló de una cultura corporativa muy tóxica que incentivaba la asunción de riesgos para maximizar los beneficios, y las primas.

Los empleados dijeron que las bonificaciones estaban vinculadas a la cantidad de “dinero nuevo neto” que aportaban.

“El banco incentiva a un banquero a hacer la vista gorda con una cuenta que sabe que es tóxica”, dijo un ex directivo de banca privada. “Si cierra una cuenta tóxica, especialmente una cuenta grande de más de 20 millones de dólares, el banquero se encuentra en un profundo agujero. Un agujero profundo del que es casi imposible salir”.

Esto ha llevado a una cultura, dicen los empleados de Credit Suisse, en la que hay dos conjuntos de reglas para dos conjuntos de clientes: los ricos y los ultra ricos.

“La diligencia debida de los clientes y las cuentas -digamos que a un nivel de un millón de dólares- es muy exhaustiva”, dijo un antiguo alto ejecutivo. “Pero cuando se trata de cuentas de alto patrimonio, los jefes animan a todo el mundo a mirar hacia otro lado y los directivos se sienten intimidados por sus primas y su seguridad laboral”.

Además, las cuentas muy grandes se mantienen tan en secreto que sólo unos pocos altos ejecutivos pueden saber quién las posee.

“Cuando alguien quiere dedicarse al blanqueo de dinero después de saquear los activos del país, por ejemplo, necesita transferir el dinero. Así que los titulares de las grandes cuentas se dirigen directamente a los altos directivos”, dijo.

El sistema se basaba en la negación plausible, dijeron antiguos empleados. Los banqueros reciben normas estrictas, pero los incentivos son para ignorarlas.

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