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En un tormentoso día de agosto de 2017, la esposa de un poderoso exgeneral congoleño visitó al jefe de la tabacalera estatal de Malí. Estaba allí para “desbloquear” algunos asuntos comerciales de uno de los hombres más ricos de África Occidental, según sus propias palabras.

Safy Mokoko Sow, autoproclamada intermediaria que opera en toda África Occidental y afirma tener vínculos con la familia presidencial de Burkina Faso, dijo que había concertado la cita a través de un contacto mutuo. Estaba allí para convencer a Issouf Traore, jefe de la empresa y figura influyente en la industria tabaquera de Malí, de que impidiera a las aduanas malienses confiscar cigarrillos pertenecientes al magnate burkinés Apollinaire Compaoré, importante distribuidor de marcas internacionales como Marlboro y American Legend.

Unos meses antes, cientos de millones de sus cigarrillos habían sido retenidos por las aduanas en los desiertos del norte del país, donde los señores de la guerra y los yihadistas se disputan el control de las lucrativas rutas de contrabando hacia el norte de África y Europa. Según Mokoko Sow, Compaoré buscaba una forma de mantener su mercancía en movimiento y pensó que Traore podría ser la solución a sus problemas. Después de todo, dijo, Traore era el jefe del monopolio estatal del tabaco y las incautaciones aduaneras eran “un asunto de Estado”.

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