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Las relaciones del presidente francés Emmanuel Macron con la consultora McKinsey le pueden costar un disgusto. Durante el último año antes de las presidenciales del pasado abril la oposición política y la prensa ya se fijaron en cómo el Gobierno de Macron daba cada vez más contratos a McKinsey. La consultora hacía informes, bien pagados, que en principio debería poder hacer la Administración francesa, como una estrategia de vacunación durante los peores momentos de la pandemia. McKinsey llegó a embolsarse más de 1.000 millones de euros al año. Más que ninguna otra consultora.
Aquella estrecha relación entre el Elíseo y la consultora podría tener un trasfondo ilegal, cree ahora la Justicia francesa. La Fiscalía de Asuntos Financieros, encargada de la lucha contra la corrupción económica, acaba de abrir una investigación sobre la financiación de la última campaña electoral de Emmanuel Macron, la que le dio la victoria en las presidenciales de abril. La Fiscalía cree que las sospechas de que la consultora financió ilegalmente parte de los gastos de campaña de Macron tienen la consistencia necesaria para abrir una investigación.
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