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La sospecha de greenwashing (que se llame verdes o sostenibles a cosas que no lo son) siempre ha planeado sobre los fondos de inversión ESG, aquellos que aplican criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo. De ahí que, en la UE, la Comisión Europea haya ido endureciendo las exigencias para este tipo de productos. En paralelo, la Esma (Autoridad Europea de Valores y Mercados) también ha advertido en varias ocasiones de su preocupación por el ecopostureo.

El supervisor bursátil ha publicado un análisis en el que concluye que los fondos ligados a ODS (los Objetivos de Desarrollo Sostenible del Pacto Mundial de Naciones Unidas) “no difieren de forma significativa de los fondos no vinculados a ellos en términos de contribución a dichos objetivos”. Ni tienen un mayor alineamiento con ellos que cualquier otro fondo, ni detallan claramente cómo se alinea su estrategia con los mismos, señala.

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