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Miles de aficionados están recibiendo en las últimas semanas la indicación de sus clubes para que acudan al estadio provistos de su DNI y su abono para acceder a las gradas. Hasta ahora, esos hinchas entraban por los tornos mediante control biométrico o identificándose con su huella dactilar. Fue una propuesta del Ministerio del Interior y el Consejo Superior de Deportes (CSD) hace casi una década para incrementar la seguridad en el fútbol. LaLiga apostó por ello con fuerza como una de sus medidas estrella y ahora se encuentra congelada por indicación de la Agencia de Protección de Datos. Colectivos de aficionados lo celebran al entender que ese tipo de control atenta contra sus derechos. El presidente de la Liga, Javier Tebas, pide al Gobierno que inicie un cambio legal para restituir la medida.

La primera vez que las autoridades verbalizaron el acceso por control biométrico a los estadios fue tras el asesinato del ultra del Deportivo de La Coruña en una pelea multitudinaria contra los radicales del Atlético de Madrid en los aledaños del Vicente Calderón el 30 de noviembre de 2014. Lo introdujo el entonces secretario de Estado de Seguridad y número dos del Ministerio del Interior, Francisco Martínez, en una comparecencia en el Congreso de los Diputados junto al secretario de Estado para el Deporte, Miguel Cardenal. Anunciaron que estudiarían cambios normativos para el acceso de los estadios con captación de datos biométricos y reconocimiento facial en determinados sectores.

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